La maldición de El Castillo de Stalker

RELATO DE MISTERIO. AUTOR: JOSE MANUEL FRASQUET. 1ºB

Año 116 d. C.

El Imperio romano avanza su conquista sobre la actual Escocia. Se libra una batalla en el Castillo de Stalker, donde una de las tribus más fuertes de la región lucha por su tierra. Los legionarios romanos ya están dentro, son muchos más, están mejor entrenados y tienen mejor armamento.

 El jefe y el hechicero de la tribu intentan escapar por un antiguo pasadizo pero olvidan cerrar el acceso tras ellos. Oyen ruidos de pisadas, las pisadas de los legionarios. El centurión les sigue, acompañado del general, al interior del pasadizo. Las flechas hienden el aire. El Jefe yace muerto en el suelo. El hechicero se agacha y dice unas palabras al oído del cuerpo, ya sin vida, de su Señor.

A continuación, atacan los soldados. El brujo saca su espada. Caen dos soldados, después el centurión. Se ve rodeado de lanzas. Pronuncia sus últimas palabras, una especie de hechizo. El pasadizo se derrumba. El general siente que están todos sentenciados y grita desesperadamente:

- ¡Yo te maldigo, brujo, a ti, a tu tribu, y a este maldito castillo!.

  El techo se desploma. Los romanos, finalmente, consiguen ganar la batalla. El castillo queda deshabitado a excepción de los muertos y de algo que no debería existir…


Año 1939 d. C. Castillo de Stalker.

Las tropas británicas van a destinar el castillo como cuartel de los “aliados”.

- ¡Vamos, soldado, levántese y siga caminando! ¡Vosotros dos inspeccionad el castillo, llevaos diez hombres!

El castillo no les daba muy buenas impresiones, no. A pesar de ser muy antiguo, no estaba muy deteriorado.

Entraron en el vestíbulo; era enorme. Los soldados se sentían intranquilos. Era como si les estuvieran vigilando: cada paso, cada mirada, cada movimiento… No corría ni un soplo de aire aunque la gran lámpara no cesaba de moverse.

Ya habían subido las escaleras. Uno de ellos, que acababa de ingresar en el ejército, sintió el deseo de entrar en una habitación situada a la derecha de la escalera. Entró. Vio armas de otra época y dos cuerpos: uno de un soldado y otro de una especie de guerrero. El suelo y las paredes estaban salpicados de sangre. Se cerró la puerta y corrió a abrirla:

- ¡Socorro, sáquenme de aquí. – Gritó. - ¡¡¡SOCORRO!!!

 Sus compañeros intentaban derribar aquella maldita puerta.

- ¡¡Rápido, hay que salvarlo!! – Gritaban aterrorizados.

- ¡¡¡Sacadlo de ahí, esto está maldito!!!

 El novato sacó su pistola. Un disparo. Se hizo el silencio. El resto de sus compañeros estaba aterrado; algunos intentaron bajar y huir; no pudieron. Uno de ellos saltó por una ventana. Parecía que no tenía heridas graves… A las dos horas murió. Había pisado el castillo. Nada se supo del resto de soldados. La maldición estaba presente…


Año 2011 d. C. Castillo de Stalker.

Vamos a entrar en el castillo. He oído muchas leyendas; no son muy creíbles. Para demostrarlo mis compañeros y yo vamos a comprobar que esas leyendas no son ciertas.

-¿Estáis listos?

- Sí, preparados.

- Pues ¡adelante!

 Yo no creo en esas chorradas. Este castillo puede que tenga algo inquietante, pero esas bobadas que cuentan no son más que palabrería. –¡Venga! ¡A las escaleras!.

Es cierto que hay algo paranormal dentro, pero puede ser a consecuencia de la humedad o cualquier otra cosa. Subimos las escaleras. Miro atrás y veo que falta alguien… Para no preocupar a mis compañeros no digo nada. De repente me apetece entrar en una habitación contigua a las escaleras. Está cerrada. Hemos oído algo bajando a los sótanos y decidimos seguirlo.

 –Encended las linternas; ahora nos van a hacer falta.

Mi linterna, la única que funciona. A las demás se les habrá acabado la batería. Sin querer, apago la mía. La vuelvo a encender. Se apaga de nuevo.

-¡Fredrick y Ryan han desaparecido!

-¿Y Lewis?

-¡¿ Qué está pasando?!

-Tranquilos, se habrán asustado y se habrán ido; maldita linterna… Entremos ahí.

Vamos a parar a una amplia sala. ¡Había muchos cuerpos de muchas y variadas épocas! Incluidos…

-¡¡¡¡OH, DIOS MÍO. NUESTROS COMPAÑEROS!!!!

Cunde el pánico entre nosotros; sacamos nuestras armas. Se escucha una tétrica risa llena de regocijo: ¡¡¡JAJAJAJAJAJA !!!

Y…
     

 
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